jueves, 17 de abril de 2008

Doble a su derecha y siga por ese pasillo

Él camina sólo por un sendero angosto y de color marrón. Sobre sus costados titilan pequeñas luces amarillas. Cuando él lo transita se levanta un polvillo molesto que lo hace toser. Él esta sólo, solamente su conciencia lo guía a través de la oscuridad y la incertidumbre del andar.
A medida que avanza acontecen algunos sucesos. En un principio son externos a su voluntad, angustiantes y ajenos a él, pero el simple hecho de atestiguarlos y hacerlos parte de su caminata provocan que su marcha cambie paso a paso. Cada uno de estos generan que él mute, van creando una persona cada vez más diferente a la anterior.
Con el paso del tiempo comienzan a aparecer otros sucesos, pero en esta ocasión él mismo los concibe y les da forma. Algunos son horrendos, otros placenteros, otros confusos. Sea como fuere cada uno de ellos, tienen algo de los primeros acontecimientos que él presenció. Al parecer repite aquello que lo angustió cuando empezó a andar el recorrido que transita.
Sin pensar porque, se detiene y mira a su alrededor. Por primera vez nota que nadie lo acompaña. Sencillamente se encuentra aislado y casi abandonado. Mirando con atención descubre la oscuridad que lo rodea. Inevitablemente se sintió perdido, solo y desorientado. Por primera vez no supo que debía hacer. Luego de largo rato de razonar, su primera opción fue detener su marcha. Considero que era demasiado drástico y poco conveniente, hasta lo creyó incorrecto. Algo de su pasado colaboró a arribar a esa conclusión. Su segunda opción fue volver atrás e investigar porque nadie estaba acompañándolo. Supuso que esta era realmente difícil de sobrellevar, que requería de grandes esfuerzos y que su voluntad no era lo suficientemente fuerte como para llevar a cabo tal labor. Su última opción fue continuar sin pensar, simplemente fingir que nada había notado. Creyó que su ocurrencia fue brillante, no resultaba cansadora y le brindaba grandes satisfacciones (a corto plazo, pero es lo único que le interesa tener. Si no existe un futuro para él). Entonces levantó la mirada y miró para adelante, aparentando ver algo bueno en esa dirección. Camino sin cesar por el sendero, nada había sido alterado, todo estaba en su lugar.
Un día como cualquier otro él desapareció. Súbitamente se esfumó y con él se esfumó el camino. Las luces se apagaron sin titubear. Él dejó de existir, así sin más. Nadie pudo advertir que desaparición, su repentina ausencia. Ninguna persona o ser vivo lo despidió. Siempre estuvo solo.

Pez

Me tapo los oídos para pretender que no existe el caos en el que vivo. Los alaridos del monstruo con el que convivo están destruyendo el poco bienestar que había logrado conseguir durante el día. Ojala todo este dolor no estuviese en mi mundo, en mi realidad. La habitación está oscura, pero un hilo de luz se cuela por la puerta y se me clava en la sien. Gracias a las sabanas se oscurece del todo mi visión y se desata un poquito el nudo de mi garganta. La música esta fuerte. Se entromete en mi pecho y mueve todas las cosas que pasaron estos últimos días. Viene a mi mente imágenes, palabras, silencios; todas esas cosas que ocasionen esta presión en el pecho. Tal vez sea una auto tortura, pero necesito pensar y analizar todas las cosas que pasaron últimamente para poder superarlas y mejorar en un tiempo. La cabeza no deja de pensar. Los ojos no paran de derramar amargura. Mis manos están tiesas, apretadas, quizás esperan que alguien las tome y calmen el dolor con un poco de cariño. Las horas pasan y nadie aparece. Cuanto más pienso más me sumerjo en la tristeza. Llegado un momento el agua llega más allá de mi cabeza y me tapa. Para mi sorpresa no siento la faltra de aire y me empiezo a sumergir. Voy tragando el agua, tiene un sabor amargo. Voy yendo más y más abajo. Cuanto más profundo más oscura es la vista. No hay corales, no hay peces lindos; no hay luz ni colores. Solo hay tristeza, pena y angustia. El agua es espesa y negra, no deja ver nada para ninguna dirección. Parece que no existiese futuro alguno. El aire empieza a hacerme falta, pero rápidamente me doy cuenta de que me estaba ahogando demasiado despacio y no lo notaba. No puedo seguir sumergida en mis lágrimas. Tengo que salir a la superficie, aunque no tenga ganas y crea no tener motivos para hacerlo.
Las piernas se empiezan a mover solas, pataleo cada vez más fuerte. Al principio sigue todo negro, pero muy de a poco comienza a asomarse la luz y la claridad. Cada vez estoy más arriba, el agua ya está cristalina y una sonrisa se dibuja en mi rostro. La presión en mi pecho desapareció, aunque el nudo todavía no se desato del todo. La esperanza re aparece y comienzo a pensar que tal vez pronto vuelva a ser feliz. Veo el sol, el cielo, las nubes; y el nudo ya no está. Recupere la paz. Ya respiro tranquila, ya estoy despierta de nuevo. Por suerte mis deseos de no lograrlo no se cumplieron. Ya es hora de dejar de mirar para atrás, y tratar de ser feliz de nuevo.