lunes, 12 de octubre de 2009

Tropezón

El ruido del tren me adormece, pero no me calma. Miro por la ventanilla y veo como las imágenes se desvanecen rápido. Quizás si al menos supiera que siento, que quiero sentir, que debería sentir, podría dormir y descansar durante el largo viaje que acabo de emprender. Las miradas de los otros me llaman la atención. Están perdidas, pensativas, quizás hasta piensan y sienten lo mismo que siento yo en este momento.
Mi vida se convirtió en una gran tapa. Tapar es mi nuevo actuar, tapar es mi nueva filosofía y religión. Me miento cada mañana, le miento a los demás. Decir que me siento bien, que estoy bien, que todo esta bien es mentir a quienes me lo preguntan. Pero sabrán entender que en contadas ocasiones uno puede decir que en realidad no todo esta bien, que las cosas están torcidas y malogradas y que uno ya no sabe como repararlas. ¿Cómo le explico a un amigo que no se como hacer para seguir adelante, que todo esta tan cuesta arriba que las piernas se cansan y no pueden andar más? No se puede, nadie lo entendería. La respuesta obvia a ese comentario es tan banal y sin relevancia que no hace falta explicarla. Imagino que todos saben de qué hablo.
La noche anterior no dormí, el sexo fue aceptable, pero no dormí. En el trabajo voy a tener que tomar mucho café para poder funcionar. Sentirme extraña en una cama ajena es la mejor manera de lograr no dormir en toda una noche. Recuerdo que lo miraba, lo tocaba, lo besaba y no sentía nada. Absolutamente nada. Es raro, es como actuar por inercia, porque ya estoy ahí, porque es lejos de mi casa, porque me da placer físico. Pero que más da, nada. Es como una gran nada, como una noche perdida donde pasó mucho pero en realidad no pasó nada. Un año sin sentir nada es mucho, es como si esa llamita de los sentimientos que algunos tenemos adentro este empapada y resulte imposible encenderla para sentir calidez. Como puede ser que una inundación haya sido tan fuerte para no lograr encenderla y sentirme viva otra vez.
Las horas pasan. Son las cinco y media de la mañana. Lo observo dormir mientras me abraza y me da las manos. Seguramente él tampoco sienta ese abrazo, quizás solo lo hace porque cree que debe hacerlo. Porque el hecho de haber tenido sexo hace unas horas conmigo, haberme visto desnuda, haber estado adentro mío y haber compartido algo tan íntimo lo obliga a darme cariño. Las caricias y los besos no son genuinos, el abrazo es forzado. Pero igual me abraza. No lo disfruto, ni siquiera me gusta, pero igual me quedo quieta. Al menos alguien me abraza. Peor es nada.
Vuelvo a mirar el reloj, son las 7. Ya me tengo que ir. Lo despierto, nos vestimos, me acompaña a la estación. Casi ni nos hablamos. Sinceramente no tenía nada para decirle, y evidentemente él tampoco. En ese momento fue obvio que lo que pasó no significa nada. Me despide de un beso frió en mi boca y me subo al tren. Estoy aliviada y tranquila al fin, ya me encuentro en zona segura. Estoy sola.

martes, 25 de noviembre de 2008

Instinto Animal

Cuando levante la mirada y lo ví acostado en mi lado de la cama abrazado a ella, la rabia me cegó por completo. Ella es mía, ese lugar me pertenece ¿Qué se cree adueñandose de mis cosas? Al fín y al cabo yo llegue primero, yo le dí mi cariño antes que él, yo la consolé siempre que le hizo falta. Él sólo quiere jugar con ella. Si pudiera decirle todo lo que lo detesto a ese bicho raro, pero no puedo y no porque no quiera. Soportar su hediondo olor en mi lugar de la cama justo al lado de ella me repugna. Más me repugna todavía imaginarmelos juntos.
Sé que me equivoco al juzgarlo a él solamente, ella me traiciona todas las noches hasta que se aburre y lo echa. Y ahí es cuando me busca a mi, y yo voy como mansa fiera a besarla y darle mi calor.
Me gustan tanto sus caricias y besos, me encanta que sonria cada vez que le ronrroneo, me gusta acurrucarme a su lado aunque tenga que soportar el horrible olor de ese perro.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Espejismos

Es como si todavía sintiera ese ultimo beso que me dió cuando se fue. Se que pasó mucho tiempo; y sin embargo no dejo de pensar en su cara empapada de lagrimas llenas de dolor, ni tampoco de como se escuchó su último "te quiero" quebrado por la angustia. No deseo más que volver el tiempo atrás y abrazarlo fuerte, asi evito que se vaya y me deje.
Ahora está mirandome a los ojos. Estamos solos en mi habitación, me brinda su mano y finalmente me siento bien. Sus palabras son música para mis oidos. Su boca me deleita con un beso. La pasión revive y la noto intacta, tal cual la dejamos aquella vez que él se fue lejos mío.
Con delicadeza me quita cada uno de los botones de mi camisa y besa con sus labios las cicatrices que se posaron violentamente sobre mi cuerpo. Me acaricia suavemente y con su mano las borra. Sin quitar sus ojos de los mios me dice cuanto me ama y cuanto lamenta todo lo que pasó. Una lagrima brota de mi ojo, el la seca con un beso y me abraza con fuerza. Se acuesta a mi lado y me arrulla, me sopla al oido y no puedo evitar dormirme junto a él.
Un destello del sol se posa en medio de mi cara. Aunque no tengo voluntad de hacerlo, abro los ojos y me despierto. Miro a mi lado y él no está. Se fue como cada amanecer desde el accidente, ese que marcó mi cuerpo y mi alma. Ese que lo alejó de mi y lo llevó adonde yo no puedo ir a buscarlo.

jueves, 17 de abril de 2008

Doble a su derecha y siga por ese pasillo

Él camina sólo por un sendero angosto y de color marrón. Sobre sus costados titilan pequeñas luces amarillas. Cuando él lo transita se levanta un polvillo molesto que lo hace toser. Él esta sólo, solamente su conciencia lo guía a través de la oscuridad y la incertidumbre del andar.
A medida que avanza acontecen algunos sucesos. En un principio son externos a su voluntad, angustiantes y ajenos a él, pero el simple hecho de atestiguarlos y hacerlos parte de su caminata provocan que su marcha cambie paso a paso. Cada uno de estos generan que él mute, van creando una persona cada vez más diferente a la anterior.
Con el paso del tiempo comienzan a aparecer otros sucesos, pero en esta ocasión él mismo los concibe y les da forma. Algunos son horrendos, otros placenteros, otros confusos. Sea como fuere cada uno de ellos, tienen algo de los primeros acontecimientos que él presenció. Al parecer repite aquello que lo angustió cuando empezó a andar el recorrido que transita.
Sin pensar porque, se detiene y mira a su alrededor. Por primera vez nota que nadie lo acompaña. Sencillamente se encuentra aislado y casi abandonado. Mirando con atención descubre la oscuridad que lo rodea. Inevitablemente se sintió perdido, solo y desorientado. Por primera vez no supo que debía hacer. Luego de largo rato de razonar, su primera opción fue detener su marcha. Considero que era demasiado drástico y poco conveniente, hasta lo creyó incorrecto. Algo de su pasado colaboró a arribar a esa conclusión. Su segunda opción fue volver atrás e investigar porque nadie estaba acompañándolo. Supuso que esta era realmente difícil de sobrellevar, que requería de grandes esfuerzos y que su voluntad no era lo suficientemente fuerte como para llevar a cabo tal labor. Su última opción fue continuar sin pensar, simplemente fingir que nada había notado. Creyó que su ocurrencia fue brillante, no resultaba cansadora y le brindaba grandes satisfacciones (a corto plazo, pero es lo único que le interesa tener. Si no existe un futuro para él). Entonces levantó la mirada y miró para adelante, aparentando ver algo bueno en esa dirección. Camino sin cesar por el sendero, nada había sido alterado, todo estaba en su lugar.
Un día como cualquier otro él desapareció. Súbitamente se esfumó y con él se esfumó el camino. Las luces se apagaron sin titubear. Él dejó de existir, así sin más. Nadie pudo advertir que desaparición, su repentina ausencia. Ninguna persona o ser vivo lo despidió. Siempre estuvo solo.

Pez

Me tapo los oídos para pretender que no existe el caos en el que vivo. Los alaridos del monstruo con el que convivo están destruyendo el poco bienestar que había logrado conseguir durante el día. Ojala todo este dolor no estuviese en mi mundo, en mi realidad. La habitación está oscura, pero un hilo de luz se cuela por la puerta y se me clava en la sien. Gracias a las sabanas se oscurece del todo mi visión y se desata un poquito el nudo de mi garganta. La música esta fuerte. Se entromete en mi pecho y mueve todas las cosas que pasaron estos últimos días. Viene a mi mente imágenes, palabras, silencios; todas esas cosas que ocasionen esta presión en el pecho. Tal vez sea una auto tortura, pero necesito pensar y analizar todas las cosas que pasaron últimamente para poder superarlas y mejorar en un tiempo. La cabeza no deja de pensar. Los ojos no paran de derramar amargura. Mis manos están tiesas, apretadas, quizás esperan que alguien las tome y calmen el dolor con un poco de cariño. Las horas pasan y nadie aparece. Cuanto más pienso más me sumerjo en la tristeza. Llegado un momento el agua llega más allá de mi cabeza y me tapa. Para mi sorpresa no siento la faltra de aire y me empiezo a sumergir. Voy tragando el agua, tiene un sabor amargo. Voy yendo más y más abajo. Cuanto más profundo más oscura es la vista. No hay corales, no hay peces lindos; no hay luz ni colores. Solo hay tristeza, pena y angustia. El agua es espesa y negra, no deja ver nada para ninguna dirección. Parece que no existiese futuro alguno. El aire empieza a hacerme falta, pero rápidamente me doy cuenta de que me estaba ahogando demasiado despacio y no lo notaba. No puedo seguir sumergida en mis lágrimas. Tengo que salir a la superficie, aunque no tenga ganas y crea no tener motivos para hacerlo.
Las piernas se empiezan a mover solas, pataleo cada vez más fuerte. Al principio sigue todo negro, pero muy de a poco comienza a asomarse la luz y la claridad. Cada vez estoy más arriba, el agua ya está cristalina y una sonrisa se dibuja en mi rostro. La presión en mi pecho desapareció, aunque el nudo todavía no se desato del todo. La esperanza re aparece y comienzo a pensar que tal vez pronto vuelva a ser feliz. Veo el sol, el cielo, las nubes; y el nudo ya no está. Recupere la paz. Ya respiro tranquila, ya estoy despierta de nuevo. Por suerte mis deseos de no lograrlo no se cumplieron. Ya es hora de dejar de mirar para atrás, y tratar de ser feliz de nuevo.